Cuando sufrimos una fractura ósea, la escayola se convierte en una herramienta esencial en el proceso de recuperación. Este material utilizado por los médicos desempeña un papel crucial al inmovilizar y estabilizar los huesos fracturados, permitiendo que el proceso de curación se lleve a cabo de manera óptima.
Su principal función es proporcionar soporte y estabilidad a los huesos dañados. Al envolver cuidadosamente el área afectada con una capa de escayola, se reduce el movimiento de los fragmentos óseos, lo que favorece la correcta alineación y acelera la cicatrización. Además, brinda protección a los tejidos blandos circundantes y ayuda a reducir el dolor y la inflamación.
La escayola se fabrica principalmente a partir de yeso, un material ampliamente utilizado en el campo médico. El yeso se obtiene a partir de la roca mineral de yeso, que se tritura y se somete a un proceso de cocción para eliminar el agua y obtener sulfato de calcio hemihidratado en polvo. Este polvo de yeso se mezcla con agua para formar una pasta moldeable, que se aplica en varias capas sobre un vendaje de algodón o una envoltura de tela.
Las áreas más comunes donde se aplica la escayola son los brazos y las piernas, ya que estas extremidades son propensas a fracturas debido a caídas o traumatismos. Además, también se utiliza en fracturas de muñeca, tobillo y dedos. En algunos casos, se puede aplicar una escayola en el área del tronco, como el torso, para brindar apoyo adicional en fracturas costales.
Si bien existen alternativas más modernas como las férulas de plástico, la escayola sigue siendo ampliamente utilizada debido a su eficacia comprobada y su coste accesible. Gracias a ella, los médicos pueden brindar un tratamiento adecuado y ayudar a los pacientes a recuperarse de manera más rápida y segura.