Las personas con movilidad reducida requieren de un cuidado especial en el momento de ser trasladadas de un lugar a otro. Lo primero que se debe tener en cuenta es que cada caso es único, por lo que se deben adaptar las técnicas de traslado según sus necesidades y su grado de discapacidad. Por ejemplo, algunas personas pueden requerir ayuda para levantarse o sentarse, mientras que otras pueden necesitarla para subir y bajar escaleras.
En general, existen dos formas principales de trasladar a una persona con movilidad reducida: utilizando dispositivos de ayuda como grúas o sillas de ruedas, o mediante técnicas de transferencia manuales. En el caso de una grúa es importante seguir las instrucciones del fabricante para utilizarlo de forma segura y eficaz. Por otro lado, si se va a realizar una transferencia manual se deben seguir los siguientes pasos:
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Ajuste la altura y la posición de las piernas: la altura de la superficie a la que se va a trasladar la persona con movilidad reducida debe ser la adecuada para facilitar el proceso. Si la persona tiene problemas de equilibrio o estabilidad, se pueden utilizar cojines o almohadas para mantener las piernas en una posición cómoda y estable.
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Asegúrese de tener una buena postura: es importante que la persona que va a trasladar al paciente tenga una buena postura, con las rodillas ligeramente flexionadas y la espalda recta. Esto ayudará a evitar lesiones y dolores de espalda.
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Realiza la transferencia de manera suave: es fundamental que la transferencia se realice de manera suave y controlada, evitando movimientos bruscos o violentos que puedan causar lesiones en cualquiera de los dos. Seguidamente, hay que asegurarse de que el paciente esté cómodo y seguro en su nueva posición.
Recuerde que es importante adaptar las técnicas de traslado a cada caso particular y seguir todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad y el bienestar de la persona con movilidad reducida. Y ante cualquier duda, siempre se puede consultar con un profesional.