Había una vez una familia muy feliz que vivía en una pequeña casa con un gran jardín. Todos los miembros de la familia eran muy cariñosos y amables, pero lo que más querían era a su mascota, un perro llamado Bronco.
Bronco era un perro grande y fuerte, con un pelaje marrón oscuro y ojos brillantes de color miel. Era muy amigable y le encantaba jugar con los niños, correr por el jardín y dar largos paseos por el parque.
Un día, mientras la familia se encontraba en el jardín, Bronco comenzó a ladrar con insistencia y corrió hacia la cerca que daba al camino. La familia se sorprendió al ver que un pequeño cachorro estaba atrapado en el otro lado de la cerca, llorando y temblando de miedo.
La familia inmediatamente corrió hacia la cerca y Bronco comenzó a ladrar aún más fuerte, pidiendo que le permitieran acercarse al cachorro. La familia, sabiendo que Bronco era muy amigable, abrió la puerta de la cerca y dejó que el cachorro entrara al jardín.
Bronco se acercó al cachorro y comenzó a olfatearlo, tratando de hacerlo sentir bienvenido. Pronto, el cachorro comenzó a jugar con Bronco y la familia lo adoptó como su nueva mascota.
Desde ese día en adelante, Bronco y el cachorro se convirtieron en los mejores amigos. Juntos, corrían por el jardín, jugaban con los juguetes y se acurrucaban para dormir. La familia estaba muy contenta de haber adoptado al cachorro y Bronco estaba feliz de tener un nuevo amigo con quien jugar.
Y así, Bronco y su amigo crecieron juntos, compartiendo muchas aventuras y travesuras. Pero a pesar de todas sus travesuras, la familia siempre los amó y cuidó como si fueran parte de ellos mismos.
Bronco y su amigo aprendieron lo valioso que es tener una familia amorosa y amigos fieles que te quieren y te cuidan siempre. Lo único que falta es ponerle nombre al nuevo miembro de la familia ¿Cómo le llamarías!
¡Os leemos en comentarios!